Los grandes monumentos, en especial las catedrales, encierran misterios insondables. La de León, marcada por el estigma de una ruina catastrófica, contiene enigmas que expertos, arquitectos e historiadores han sido incapaces de aclarar desde una perspectiva científica.
No todos los misterios han sido tan fáciles de resolver como el del topo que destruía por la noche lo que los maestros constructores levantaban de día. En los años 90 la Universidad de León analizó el célebre topo de la puerta de San Juan y descubrió que era una tortuga laúd, cuyo origen aún es incierto. Pero, como casi todas las leyendas, el topo no es más que una metáfora de la debilidad de un templo que estuvo a punto de desplomarse en el siglo XIX y que, aún hoy, es un milagro que siga en pie. La Catedral se erigió en un solar ocupado por varias construcciones sucesivamente superpuestas en el tiempo, lo que condujo a reaprovechar los cimientos anteriores. Sin embargo, el templo gótico superaba ampliamente, en planta y alzados, a los primitivos edificios -las termas romanas y la catedral románica-. Para algunos expertos, este empeño en construir en este enclave obedece a que se trata de un punto telúrico, un lugar donde hay corrientes electromagnéticas.
Aún hoy es un misterio qué se oculta bajo el subsuelo de la Catedral y por qué se tiró parte de la muralla romana, que discurre bajo el altar mayor, en lugar de ˜desplazar" el edificio. Todavía existe un paso de muralla en la zona septentrional y criptas que nunca han sido del todo exploradas. En la zona norte está la llamada cripta de Menéndez Pidal, descubierta por este historiador, que correspondería al caldarium de las termas, utilizada como cámara funeraria en la Edad Media, donde se conservan cinco sepulcros.
El ex concejal de Patrimonio Alejandro Valderas, archivero de la Universidad e investigador de la Catedral, considera «una locura» excavar el subsuelo del templo gótico, como se planteó hace unos años, pero es partidario de ˜barrer" el edificio con un georradar, para desvelar qué hay exactamente. Se sabe que en la magna restauración emprendida en el siglo XIX algunos pasadizos y túneles fueron cegados para reforzar la cimentación del templo. Si escondían algún secreto, el georradar sería el mejor método para descifrarlo.
Magos y alquimistas. Las vidrieras de la Catedral, el mejor conjunto medieval de Europa, han enfrentado a los expertos sobre un tema crucial: ¿se realizaron siguiendo un plan global?
En los vitrales no sólo está representada la historia de la creación y los relatos del Antiguo Testamento -desde Adán y Eva al diluvio universal, Moisés o Sansón-, sino que hay temas mundanos, según ha escrito Máximo Gómez Rascón, responsable de Patrimonio de la diócesis de León, «para que el hombre pueda escoger entre la virtud y el vicio, el saber o la ignorancia...». Es una explicación que no convence a muchos estudiosos del templo leonés. El escritor Javier Sierra, que esta semana iniciaba en León la promoción de su libro El ángel perdido, que tiene como epicentro la catedral de Santiago, lleva años visitando la de León por el magnetismo que desprende este edificio gótico. A Sierra no le ha pasado desapercibida la vidriera de Simón el Mago y, como muchos historiadores, se ha hecho la inevitable pregunta: «¿Qué diablos pinta en un templo cristiano la -˜competencia-™ de Jesús?».
El historiador José Manuel Rodríguez Montañés, responsable de El Sueño de la Luz, el proyecto de divulgación de la actual restauración de la Catedral, considera fascinante que algunas de las vidrieras más luminosas son aquellas en las que se utilizó el amarillo de plata en el siglo XIV, un compuesto que se conocía un siglo antes y que es el resultado fallido de intentar convertir nitrato de plata en oro; es decir, el arte secreto de la alquimia. De hecho, en una de las vidrieras de la fachada sur aparece representado un alquimista con su matraz.
Los poderes ocultos están también presentes en mucha de la iconografía de la Catedral. Las propias gárgolas, según ha escrito la experta Ángela Franco, conservadora del Museo Arqueológico Nacional, «se inscriben en el marco general de la fantasía de los terrores medievales».
Mitra, Ra y dioses maléficos. En la Catedral de León parecen convivir varios dioses. Hay más de una alusión al dios Mitra, culto que había desaparecido muchos siglos antes de la construcción del templo, y cuyo ˜rastro" aparece esculpido junto a la capilla del Carmen. No deja de resultar chocante que Mitra haya quedado inmortalizado en este templo cristiano, teniendo en cuenta que durante el Imperio romano el culto a esta divinidad importada de Persia se desarrolló como una religión mistérica, organizada en sociedades secretas de carácter esotérico.
En el edificio también es posible encontrar al demonio Bafomet, un símbolo templario. Existe un bifaz bafomético en una ménsula del lado sur de la Catedral también conocida como la -˜cara que siempre mira-™; y otro Bafomet en la puerta de la capilla de Santiago. Existe una leyenda en torno a estos demonios. Una doncella enamorada de un templario le da un bebedizo para lograr ser correspondida. El caballero, en efecto, queda prendado de la joven y roba objetos sagrados de una iglesia para huir con su amada. El maestre de la orden convirtió entonces a ambos en piedra negra y les condenó a ir tomando distintas formas bafométicas en la Catedral de León durante diez siglos.
Ángel Morillo, profesor titular de la Complutense, y uno de los mayores expertos en arqueología romana de España, descubrió en la cripta de Puerta Obispo, a los pies de la Catedral, piezas relacionadas con el culto a Mercurio. Con seguridad, el complejo termal sobre el que se asienta la Catedral tendría en su día un ninfeo o santuario de culto a las Ninfas y otras divinidades curativas. Julia Álvarez, en su Tratado de las tres rosas , destaca una vidriera que representa a una mujer vestida de verde con los brazos en alto en la que se lee la leyenda: «sol ra» -"en alusión al dios egipcio del sol-".
Ocultismo. El historiador leonés Gerardo Boto, profesor de Historia del Arte Medieval en la Universidad de Gerona, en un estudio sobre las enjutas de las capillas de la Catedral llama la atención sobre la sorprendente cantidad de jugadores de dados que aparecen en el templo. Hay también numerosas crónicas de clérigos jugadores y los castigos que sufrieron por ello. Fue tal la pasión por este juego que trascendió al folclore, como da cuenta la portada norte de la propia Catedral, conocida desde hace siglos como Puerta del Dado. El nombre alude a un milagro: un soldado de Flandes, jugador y borracho, una noche de mala suerte arrojó los dados a la Virgen e impactaron en la frente del Niño, que comenzó a sangrar. Otra leyenda similar cambia el personaje del militar por un vecino de Santa Marina. El juego de dados también está inmortalizado en una conocida vidriera de Nicolás Francés para la fachada septentrional, donde incluye una escena de taberna. Para algunos estudiosos los dados aluden a ciertos ritos ocultistas. No es el único juego presente en el templo, cuya planta es un damero perfecto. Juan Carlos Campos, el experto que descubrió los petroglifos de la Maragatería, ha localizado en la Catedral una decena de alquerques, antiguos tableros de juego tallados en las losas del claustro. El alquerque es un juego más antiguo que el ajedrez, las damas y el tres en raya.
Medidas y numerología. Para los amantes de la numerología, las distancias entre elementos arquitectónicos que se pueden encontrar en el interior del recinto no son casuales, sino que los constructores emplearon el famoso número de oro. Se trata de un número algebraico irracional (decimal infinito no periódico) que posee muchas propiedades interesantes y que fue descubierto en la antigüedad, no como unidad, sino como proporción entre segmentos de rectas. Por el contrario, algunos historiadores consideran que la medida utilizada en la construcción de la Catedral de León fue el pie carolingio (equivalente a 32,16 centímetros), mientras que en la de Burgos, por ejemplo, se empleó el pie castellano (27,86 centímetros). Casi cada piedra de la Catedral oculta una historia. En el claustro resulta curioso un singular -˜trío-™, que decora un capitel, integrado por Alfonso XI, su amante Leonor Ramírez de Guzmán y el obispo don Juan Ocampo. El sepulcro del infante don Alfonso, hijo de don Juan, fue objetivo de un demente en 1991, que rompió una vidriera para entrar en la Catedral en busca de vampiros.
Un personaje curioso es el green man (hombre verde), que aparece en el pórtico principal y en otros lugares. Es una creación extendida en la Edad Media y según el investigador M. MacDermott contiene vinculaciones con la India. Se trata de una cabeza humana rodeada de follaje y tallos que salen de su boca y de su nariz. En muchos lugares, incluida la sillería del coro, hay decenas de seres fantásticos y mitológicos: sirenas-ave, tritones, centauros, dragones, arpías con cabeza masculina o basiliscos. Saber cuál era la intencionalidad de los maestros que cincelaron a estos personajes inquietantes es difícil de averiguar. Lo que es seguro es que no están ahí de forma casual...