Giribaile, el extraordinario enclave arqueológico ubicado
en término de Vilches, que conserva importantes restos ibéricos,
romanos, visigodos y árabes, acaba de sufrir otra adversidad
irreparable. El desplome de una inmensa masa rocosa ha aplastado buena
parte de su eremitorio visigótico, concretamente el oratorio que ocupaba
el tercero de los 4 complejos rupestres del antiguo refugio de eremitas
ubicados en el farfallón de la vertiente sur de la meseta de Giribaile.
El enorme bloque pétreo, cifrado en varios centenares de
toneladas, aplastó también algunas viviendas. No hubo que lamentar
desgracias personales porque nadie transitaba por el lugar y porque el
conjunto de viviendas bajo el farallón rocoso de la meseta que mira al
valle del Guadalimar están deshabitadas.
Al parecer el desplome en el conjunto de cuevas conocido
como Espeluca, ha sido causado por las fisuras que la lluvia, el calor y
el paso del tiempo ocasionan en las enormes moles de rocas
sedimentarias. Aunque es la versión más extendida, los expertos que en
la mañana de ayer domingo se dejaban ver en la zona no descartaban la
posibilidad de que las captaciones de agua subterráneas influyan en el
desequilibrio geológico que se viene produciendo en la meseta en los
últimos 4 años.
Ya en la primavera de 2.008 se registró el
desprendimiento de otra enorme masa de piedra a la altura del mismo
complejo rupestre. «La naturaleza de la roca que sirve de soporte a
estas cuevas y los propios procesos físicos a los que está sometida,
convierten este entorno en un lugar muy inestable en el que es frecuente
la caída de grandes bloques de piedras que se desgajan del frente
externo del farfallón, dificultando la lectura correcta de los espacios
interiores», expresa el arqueólogo Luis María Gutiérrez Soler, autor de
la 'Guía arqueológica de Giribaile'.
Hace más de dos siglos la zona sufrió también graves
alteraciones que le fueron atribuidas al terremoto de Lisboa de 1755. En
aquella ocasión los daños se llevaron buena parte de estas cuevas,
templos naturales del siglo IV, manifestación primitiva de la vida
monástica en el mundo cristiano. Con una extensión de casi 16 hectáreas,
Giribaile se considera clave para el estudio histórico de la evolución
del territorio y de las bases sociales de las comunidades iberas. De
estratégica ubicación entre los cauces del Guadalimar y el Guadalén, el
conjunto mantiene estrecha relación con el centro neurálgico de Cástulo,
los santuarios de Castellar y el Collado de los Jardines en Santa
Elena.
Necesidad de un estudio geológico
En los próximos días está previsto que al lugar se
personen geólogos, historiadores y arqueólogos para estudiar la
posibilidad de nuevos desprendimientos. Todos coinciden en la necesidad
de hacer un estudio geológico de esta inmensa zona arqueológica que
contiene un gran poblado ibérico (oppidum), los restos de una monumental
fortaleza medieval que vigiló la frontera tras la conquista cristiana
de los pasos de Sierra Morena en 1212 y este interesante conjunto de
cuevas del primer milenio de nuestra era, ahora parcialmente destruido.
Estas covachas, conectadas entre sí por estrechos laberintos,
constituyen un legado de nivel nacional.
La paulatina destrucción del conjunto arqueológico supone una pérdida patrimonial de capital importancia.