Una investigación concluye que la atalaya almohade que da nombre a Torremanzanas estaba coronada por un elemento ornamental árabe con unas esferas similares a manzanas, que fueron las que dieron nombre al municipio alicantino.
Un secreto guardado desde hace casi 800 años en una atalaya emblemática sale ahora a la luz. La Torre de les Maçanes quiere decir, literalmente, la torre de las manzanas. La traducción al castellano del municipio (Torremanzanas) siempre se ha considerado una flagrante incorrección, pero una investigación del grupo que lleva a cabo los trabajos de restauración y musealización de la Torre Major, el baluarte almohade que da nombre al municipio alicantino, concluye que sí que había unas "manzanas", desentrañando así el enigma que ocultaba.
La Torre Major fue restaurada hace dos años y ahora los trabajos se centran en adecuar el interior y el entorno de la atalaya, con el objetivo de crear un museo sobre su origen y la historia local. El equipo de investigación está formado por el director del Área de Arquitectura de la Diputación de Alicante, Rafael Pérez, el profesor de Historia Medieval de la UV Josep Torró, la arquitecta Elia Ortuño y el documentalista en construcción Ferran Vilaplana. Y el proyecto, promovido por el Consistorio y financiado por la Diputación, tiene un coste de 120.000 € y se espera que en junio esté terminado. Su conclusión sobre el origen del topónimo es uno de sus grandes logros.
La investigación que se viene desarrollando para documentar los contenidos del museo ha permitido sacar a la luz datos relevantes sobre la construcción original de la torre y el origen etimológico de su topónimo. Por una parte la cubierta actual de teja a doble vertiente (dos aguas) no era inicialmente así, sino que era una terraza -como se aprecia en una de las ilustraciones-, que estaría coronada por el "yamur". La construcción supera ahora los 10 metros de altura pero, atendiendo al espesor de sus muros, se estima que originariamente rondaría los 15 metros.
Del estudio y análisis realizado sobre la documentación gráfica anterior a las obras de restauración, de la observación de las marcas, huellas e improntas que todavía se conservan en sus muros y de los ejemplos de construcciones similares conocidas, se desprenden conclusiones determinantes para sostener las hipótesis de cómo pudo ser la construcción original, según afirma el equipo investigador.
El acceso actual no es el que tuvo la torre inicialmente, sino que se hallaba en su fachada este, a unos cuatro metros de altura sobre el terreno, y se ha logrado recuperar la puerta que había antes de la reforma y que se sospecha que si no es la original del siglo XII, debe datar de poco después. Por ello se colocará en su ubicación original, como una parte más del museo.
Iri, la alquería musulmana
En cuanto al nombre "Torre de les Maçanes", los investigadores sostienen que se debe a un cambio toponímico de los cristianos en la conquista. Se sabe que el nombre de la pequeña alquería de musulmanes que poblaba entonces el lugar, durante la hegemonía islámica, fue Iri. Así se registra en la primera referencia documental conocida, del año 1246, donde también se nombra como "Turris de Maçanes".
"El cambio de nombre pudo producirse para facilitar la descripción del lugar mediante la utilización de un edificio emblemático, muy representativo: la torre. Pero este tipo de fortificaciones eran frecuentes en el territorio valenciano, por lo que el nombre incorporó la alusión a algún elemento más peculiar e identificable: maçanes, plural de maçana (manzana). El análisis de la terminología ha permitido determinar que la torre disponía de algún elemento ornamental de formas esféricas, y que se hallaría ubicado en algún lugar destacado del edificio", destacan en el estudio.
Los investigadores citan la Primera Crónica General de Jaime I, donde se relata la conquista de Sevilla en 1248, dos años después del primer documento relativo a Turris de Maçanes. Allí se describe la Giralda, donde se explica la torre alminar de la mezquita mayor de Sevilla estaba rematada por cuatro "maçanas" alzadas una sobre otra de manera decreciente en tamaño.
Perfección y plenitud
Este tipo de elemento arquitectónico, ornamental y simbólico, "está formado por una barra atravesada por una serie de tres a cinco esferas metálicas, cuyo diámetro decrece gradualmente desde la inferior a la superior. En la simbología islámica el yamur evoca las ideas de perfección y plenitud asociadas al universo y a Dios. Estos elementos situados en lo alto de las torres musulmanas debieron llamar la atención de los conquistadores", que en ocasiones los cristianizaban añadiéndoles una cruz.
Con lo expuesto, los investigadores concluyen que en 1246, cuando los pobladores cristianos se referían al lugar conocido como Iri, lo nombraban como "Turris de Maçanes" porque encontraron en la alquería de Iri una torre singular, rematada con un yamur. Este hecho les llamó la atención lo suficiente como para sustituir el topónimo de aquellos momentos por el que ha perdurado hasta la actualidad.
El término "manzana" como origen etimológico de "Torre de les Maçanes" no ha sido considerado en alguna ocasión por la correspondencia del vocablo valenciano "poma". Sin embargo, "maçana" era un término común en la Edad Media, tanto en castellano como en aragonés y catalán, lenguas de los conquistadores. Por tanto, su origen no viene de la traducción del árabe de "parador de la cuesta" (manzil as-sanad), como se pensaba hasta ahora, ni de otras que carecían de fundamento alguno. Todo era más fácil, y ese secreto en el olvido sale ahora a la luz, acompañado de la recuperación de la atalaya que dio nombre al municipio hace ya ocho siglos. Esta fortificación, construida entre los siglos XII y XIII, estaba rematada por un "yamur", un elemento ornamental árabe con esferas similares a manzanas, que unido a otros indicios hallados en la torre y a que el término "maçana" en la Edad Media significaba manzana, han permitido llegar a esta conclusión, según explican los investigadores. Lo que no sabe es qué pasó con este objeto simbólico.
Además, los trabajos que se llevan a cabo han permitido descubrir 24 metros de muralla defensiva del siglo XII, que se está rehabilitando, y dos cubetas de piedra del siglo XVII que se usaban para pisar la uva.