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domingo, 29 de abril de 2018
Noticia IDEAL:Miguel de Cervantes estuvo en Jaén y escribió sobre ella
Jaén es provincia cervantina. Juan del Arco Moya, del Archivo histórico provincial de Jaén, incide con motivo de la celebración hoy del Día del Libro en que no es solo porque en su obra 'Los trabajos de Persiles y Sigismunda', publicada en 1617, haga referencia a la romería de la Virgen de la Cabeza, de la que dice: «Es una fiesta que en todo lo descubierto de la tierra se celebra tal, según he oído decir, que ni las pasadas fiestas de la gentilidad no le han hecho ni pueden hacer ventajas. El lugar, la peña, la imagen, los milagros, la infinita gente que acude de cerca y lejos, el solemne día que he dicho le hacen famosa en el mundo y célebre en España sobre cuantos lugares las más extendidas memorias recuerdan».
Y es que algunos autores sostienen que si la citó es porque debió estar en la romería. «Sin embargo, decimos que es realmente cervantina porque hay testimonios escritos que constatan la presencia de Miguel de Cervantes en Jaén en 1592, hace 426 años», añade Juan del Arco Moya.
Como si de un ritual literario se tratase, el Archivo histórico provincial de Jaén expone todos los años por estas fechas para la contemplación por la ciudadanía alguno de sus cuatro documentos firmados por don Miguel de Cervantes, con 'b', ante el escribano de la ciudad Pedro Núñez de Ayala.
Todo había empezado el 1 de octubre de 1591, cuando el proveedor general de las Galeras de España, estando en el Puerto de Santa María, dio comisión a Diego de Ruy Sáenz y a Miguel de Cervantes Saavedra, como dos personas de confianza, habilidad y competencia, para que en el Obispado de Jaén y en otras partes de Córdoba, Granada, Málaga y Cádiz fuesen comprando trigo, cebada, habas y garbanzos, para que en el Puerto de Santa María, Málaga y Antequera se fabricase bizcocho para la provisión de las galeras.
«Hasta sesenta mil fanegas debían adquirir en conjunto, y para ello, por lo que respecta a los pueblos del Reino de Jaén, debían andar por Pegalajar, La Guardia, Andújar, Úbeda, Baeza, Marmolejo, Cambil, Huelma, Albanchez, Bedmar, Torres, Jódar, Mengíbar, Jabalquinto, Linares, Vilches, Ibros, Santisteban del Puerto, Solera, Cabra, Bailén, Cazalilla, Villanueva de Andújar, Lahiguera, Arjona, Porcuna, Arjonilla, Lopera, Torredonjimeno, Torredelcampo, Jamilena, Martos, Villardompardo, Begíjar, Campillo, El Mármol, Rus, Canena, Iznatoraf, Villanueva del Arzobispo, Villacarrillo y La Manchuela», añaden desde el Archivo Histórico Provincial de Jaén.
Pero eran muchas las tareas que había que hacer y mucha la necesidad de los aprovisionamientos; y los dos comisarios no daban lugar a tanta ocupación, por lo que hubieron de delegar su labor. Así, las fechas claves de la presencia en la ciudad son el 14 de marzo, el 18 de marzo, el 23 de marzo y el 31 de marzo de 1592. En ellas, Miguel de Cervantes se personó en el despacho de Pedro Núñez de Ayala, escribano del número, y fue delegando parte de la comisión que traía para tal recaudación a Diego López Delgadillo, a Cristóbal Pizarro y a Antón Caballero, «con la indicación expresa de que con aquellos que fuesen rebeldes, rompiesen puertas y candados, y recogiesen el trigo y cebada donde estuviere».
«Cuatro poderes otorgados ante un escribano público que dio fe de su presencia en la ciudad de Jaén en esas fechas, y que se validaron con cuatro firmas hechas de puño y letra por don Miguel de Cervantes. A todos llama la atención un Cervantes con 'b', escrito por él mismo, como si el Príncipe de los ingenios, que fue capaz de profundizar de tal manera en la esencia del ser humano y mostró un dominio sin igual del lenguaje, no fuese capaz de escribir correctamente su apellido. La razón, como ha explicado Carlos Alvar, era que no había normas ortográficas y que la 'b' y la 'v' se utilizaban según la voluntad de quien tomaba la pluma; y Cervantes firmó siempre con 'b'. No fue hasta el siglo XVIII, cuando la Academia fijó las normas y se generalizó la escritura de Cervantes con 'v'.», añaden.
Sin embargo, la ciudad de Jaén que vio Cervantes «no se parece en casi nada» a la que hoy contemplamos: una ciudad amurallada, rodeada de huertas y de ermitas. «Una imagen que hoy podemos conocer gracias a un artista flamenco, Wyngaerde, que por encargo de Felipe II recorrió el reino para pintar las principales ciudades y del que solo se ha conservado el boceto que hizo», concluye Juan del Arco Moya.