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miércoles, 30 de julio de 2014
Noticia IDEAL:Cazorla guarda los pinos más viejos de España
En algún momento entre los años 973 y 976 después de Cristo se sucedieron en el orbe eventos extraordinarios que han quedado para la posteridad: Murió Odón El Grande tras muchos años llevando la corona del Sacro Imperio Germano, y nació San Enrique, que habría de llevarla también;, se escribió la leyenda de los Infantes de Lara, en los albores de la lengua castellana; y Al Hakan II, el califa de Córdoba y uno de los señores más poderosos del mundo en su tiempo dio por concluidas las obras de Medina Azahara, fabuloso palacio. A unos 150 kilómetros de la metrópoli cordobesa, en uno de los picos de la Sierra de Cazorla, varias piñas cayeron al suelo y algunos piñones agarraron y se convirtieron en árboles. De Odón y San Enrique solo historiadores y devotos pueden hablar. Y Medina Azahara son hoy ruinas turísticas. Pero aquellos pinos siguen vivos. Son magníficos árboles de más de mil años. Maravillas que han resistido al paso del tiempo hasta convertirse en algo excepcional: los pinos más viejos de la Península Ibérica de los que hay evidencia científica. Están entre los más antiguos de Europa, pues en muy pocos lugares hay pinos milenarios. Son al menos siete ejemplares con hasta 1.041 o 1.040 años en un bosque de gigantes centenarios, con muchos árboles con más de nueve siglos. Uno de los lugares mágicos que guarda lo que hoy es el Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas.
Desde mucho tiempo atrás se sabía que entre los pinos de zonas como el Pico Cabañas, la Loma Cagasebo o Puertollano había ejemplares de muchos años. Pero no fue hasta hace poco tiempo cuando un estudio científico reveló la auténtica magnitud de la maravilla que vivía en esos montes. Unos científicos necesitaban árboles de mucha edad para hacer estudios sobre el clima. El sistema es simple. Un anillo, un año. Un año de lluvias es un anillo grueso, uno de sequía es apenas una línea, un incendio deja un círculo negro, un rayo una herida. Con una barrena se sacaron secciones de madera de algunos ejemplares. Al contar los anillos saltó la sorpresa: había árboles con más de mil años.
De no ser por su extraordinaria edad, serían árboles hasta corrientes entre las maravillas del Parque Natural. Son pinos salgareños o laricios. Es una especie maderera. Material de primera calidad en manos de un buen carpintero. Hay montes llenos de salgareños en Cazorla, Segura y Las Villas. «La historia del pino en esta zona no es solo de repoblación, como se dice a veces. Aquí había aprovechamientos madereros desde tiempo de los romanos. Y no hablamos de repoblación sino de especies autóctonas, que han estado aquí siempre y que siempre se han explotado», asegura María Teresa Moro, directora del Parque Natural.
23 metros de alto
Son pinos de gran porte, aunque tampoco es que sean excepcionalmente grandes. Destacan más por gruesos que por altos, con troncos retorcidos, vencidos en algunos casos por el peso de la nieve que se acumula sobre las ramas en invierno, heridos por rayos. El último ejemplar que murió por causas naturales tenía 990 años, y había alcanzado los 23 metros de alto. El grosor del tronco superaba los dos metros y medio.
Valentín Vadillo, agente de Medio Ambiente, explica que la longevidad de los pinos solo se explica por «el ecosistema único» en el que viven. Es un bosque de alta montaña, a unos 2.000 metros sobre el nivel del mar. Claro, sin que los árboles tengan apreturas de vecindad. Viven en un clima de inviernos largos y muy fríos, con nevadas -aunque la pluviometría es escasa- y con ventiscas frecuentes. La primavera no tiene prisas en llegar hasta estas cumbres, y el otoño se va rápido, empujado por el frío. Son tierras calizas, de poco fondo pues apenas se escarba sale ya la piedra.
Madera densa
Con los pinos, son los enebros y las sabinas las que aguantan mejor semejantes rigores. El clima condiciona que los árboles tengan un periodo vegetativo muy corto, pues se mantienen activos pocos meses al año. La madera es muy densa, compacta y resistente, lo que hace que los insectos y los hongos que atacan a los pinos en otros lugares tengan a aquí menos opciones. Además, los ciclos vegetativos cortos dificultan la proliferación de insectos y hongos, ya que no llegan a alcanzar madurez y número suficiente cuando ya llega el frío y los mata. El clima seco también ayuda a evitar plagas y enfermedades de la madera.
En esas condiciones, los pinos alcanzan una longevidad anormal. En Cuenca y otras zonas donde los laricios mandan hay constancia de ejemplares de más de 700 años, pero solo en la provincia de Jaén hay constancia científica de ejemplares de más de mil años dentro de la Península Ibérica. En Chile hay constancia de un ejemplar de pino americano con más de 4.000 años y en Turquía hay un ejemplar de una subespecie que se da allí con 1.700. Pero pocos pinos más en el mundo son tan viejos como los de Pico Cabañas, Puertollano o Loma Cagasebo.
Tan viejos, y los pinos milerarios de la sierra jienense no dejan de deparar sorpresas: siguen siendo fértiles. Cada año echan sus piñas, con sus piñones.
Visitar estos gigantes milerarios tampoco es muy complicado. Hay una pista forestal abierta al tráfico por la que se puede subir hasta Puertollano donde está uno de los pinares. Llegar hasta el Pico Cabañas ya exige ganas de mover las piernas por los montes. Y visitar la zona de la Loma de Cagasebo es algo más complicado.
Para los aficionados a andar por el monte hay bastantes rutas que incluyen en su recorrido alguno de los puntos con pinos milenarios. «Curiosamente la gente va a esas zonas, sobre todo a Cabañas, para ver los paisajes que son espectaculares. Pero creo que poca gente sabe que están paseando a la sombra de los pinos más antiguos de España y de los más viejos de Europa», comenta el agente de Medio Ambiente. El desconocimiento no es algo que sea del todo negativo, pues los responsables de la conservación del parque temen los efectos que un número masivo de visitas de personas no concienciadas con el Medio Ambiente puede tener en un ecosistema tan especial.
Paraíso natural
La flora del Parque Natural de Cazorla, Segura y las Villas «destaca por ser una de las más ricas y variadas del ámbito mediterráneo, quedando de manifiesto ante la presencia de más de 1.800 especies de flora vascular inventariadas, lo que hace de este espacio protegido una de las áreas de mayor interés botánico de Andalucía, sólo superada por Sierra Nevada», aseguran desde el Parque Natural. Los montes de estas sierras rebosan de tesoros para los aficionados a la botánica, con «un gran número de endemismos, siendo la mayoría hierbas o pequeños arbustillos rastreros con pequeñas flores, algunas amenazadas de extinción, como la violeta de Cazorla (Viola cazorlensis), los Zapaticos de la Virgen (Sarcocapnos baetica subsp. baetica), el geranio de Cazorla (Geranium cazorlense), el narciso (Narcissus longispathus) o la Aquilegia (Aquilegis pyrenaica subsp. cazorlensis), una reliquia que vive refugiada en las altas cumbres de las sierras que conforman el Parque».
Dentro de un espacio protegido la normativa andaluza protege esta riqueza vegetal en el Catálogo Andaluz de Especies de la Flora Silvestre Amenazada en Andalucía.