Hallazgos como el Mosaico de los Amores o la escultura del león, reconocidos internacionalmente, han hecho en los últimos años que se incrementaran las visitas tanto al Museo Arqueológico de Cástulo como al propio yacimiento. Aunque, sin duda, es desde la reciente presentación de la Patena de Cristo en Majestad cuando se ha notado un aumento más que notable y que, incluso, se califica de “increíble”.
Tal es así que, entre el 1 y el 5 de octubre, fueron 3.000 las personas que pasaron a contemplar la pieza de vidrio, que presenta un excelente estado de conservación y, según los investigadores, es “única en el mundo por su valor”. Tal y como explica el director del conjunto arqueológico, Marcelo Castro, la tendencia se ha mantenido y los fines de semana tienen visitas constantes. “Ya hace tiempo, desde que se presentó el Mosaico de los Amores, que también teníamos que atender los sábados y domingos. Pero, ahora, la diferencia que estamos observando es que no damos abasto con una persona”, explica. Precisan de varias para guiar las visitas “porque hay que mantener el contacto con la gente”. Y es que se ha pasado de grupos de entre 30 y 50 personas a los que rondan las 80 y 90. “Ya no tienes la cercanía física para mantener una comunicación efectiva con la gente”, afirmó, después de reconocer que el hallazgo arqueológico les ha “desbordado” al tratarse, también, de una “reliquia” para muchos de los que profesan el cristianismo y estos días la visitan.
Por su parte, el concejal de Patrimonio Histórico, Daniel Campos, especificó que en la última semana fueron unas 2.500 las visitas. Aunque quizás pueda ser un hecho achacable a la “novedad” y la repercusión mundial que ha tenido el descubrimiento, también es cierto que esperan que la llegada de personas interesadas en conocer el yacimiento y los restos que alberga el Museo Arqueológico se consoliden con el tiempo. “Habrá que ver en las próximas semanas cómo se mantienen, pero las expectativas son que se consoliden”, apuntó Campos.
Los "pequeños" documentos
La forma minuciosa en la que se recogen los materiales cada nueva campaña permite sacar a la luz lo que Marcelo Castro denomina “pequeños documentos”. “Nos sentimos orgullosos de esta forma de trabajar, porque al contar con mucha gente colaborando con nosotros cribamos todos los sedimentos desde la superficie hasta lo más profundo que llegamos y se recoge cerámica, huesos o vidrio”, explica.
Precisamente ese proceso es el que les permitió recuperar la patena, que no estaba entera esperando a que llegaran ellos. “La habían tirado y los fragmentos se habían dispersado como un plato en la cocina”, explica. Así, afirma que en julio aparecieron dos fragmentos próximos que tenían una aureola. “Entonces le pedimos al sistema que nos dijera qué otros vidrios habíamos recuperado en ese mismo estrato, y resulta que llevamos tres años recuperando patena, pero no la habíamos reconocido hasta ahora”. Y juntando esos fragmentos se ha recompuesto.
En monedas, por ejemplo, este año han pasado ya las cinco mil: “No son piezas de coleccionista ni cosas que tengan un valor cada una de ellas único. Lo que tienen de importante es su sistematicidad”. De esta forma, se trata de elementos que describen una cercanía a la circulación monetaria, “un dato sobre la economía de la época importante, aunque sean pequeñas cositas”.
Y cuando una de las zonas se atribuyó a una comunidad judía, el primer elemento que salió fueron unos fragmentos con la menoráh. Una garra de león, una grapa o el primer anillo engarzado que conserva la piedra en azul y una inscripción en griego que se traduce como “afortunado”, son algunos de los elementos que han visto las luz en esta campaña. “Esas son las pequeñas cosas que para nosotros tienen un valor documental increíblemente potente, por pequeñas e insignificantes que parezcan todas”, afirma Castro. Lo mismo hacen con los objetos de carbón o con la fauna, “ya que hay muestras de sedimentos que nos ayudan a conocer otros aspectos del proceso de estratificación que son importantes para poner en pie alguna certeza”.