Los meses pasan y las conversaciones del Ayuntamiento de Bedmar con los propietarios del Castillo Nuevo del municipio de Sierra Mágina no llegan a buen puerto. La Administración local, como asegura el alcalde Juan Francisco Serrano, le recuerda a los herederos de Francisco Bedmar Perea que tienen que hacerse cargo, al menos, de las medidas necesarias para evitar el peligro cierto que supone el ruinoso estado de la fortaleza, pero no tienen éxito. Esta familia es la legítima propietaria del monumento desde la década de los 70 del pasado siglo XX; desde hace años el recinto amurallado está a la venta, pero no logran deshacerse de él.
Al Gobierno local bedmarense le gustaría poder adquirir este emblema local, pero no cuentan con los recursos necesarios para pagar la elevada suma que reclaman los dueños. Aun así, el máximo responsable municipal no está dispuesto a dejar que la encrucijada se complique cada vez más. “Haré lo que sea necesario”, deja claro el regidor. Por el momento, el caso está en manos de la Subdelegación del Gobierno. La caída de rocas que se producen, según el alcalde, un problema, deja claro Serrano, de “Protección Civil”. La parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Bedmar, un bello templo manierista del siglo XVI, está justo a los pies del castillo, en la parte alta del pueblo, donde también hay viviendas. De ahí que el equipo de Gobierno socialista intensifique las gestiones para minimizar los riesgos, una tarea que, con la ley en la mano, corresponde asumir a los dueños del inmueble. Por eso, además de solicitar la colaboración del Estado, apeló a la Junta de Andalucía que, en 1985, declaró monumento el conjunto defensivo. Este título obliga a los propietarios a evitar el deterioro y abre la puerta a que se intervenga en aras de defender los intereses públicos, en el caso de los propietarios se desentendieran de sus obligaciones.
De las conversaciones con los Bedmar y del consejo y asesoramiento de las otras administraciones dependerá que el Ayuntamiento acuda o no a los tribunales, una opción que gana peso con el paso de los días. La expropiación también es una de las posibilidades, aunque el alcalde es tajante al explicar que será el último de los pasos que se den.
La construcción de una nueva fortaleza en Bedmar correspondió a la Orden de Santiago, que levantó una fortaleza de nueva planta a partir de 1411. Una inmobiliaria llegó a ofertar la fortaleza, que está en manos de un descendiente del Marqués de Bedmar, que se responsabilizó de su compra en subasta pública. Era el año 1973 y el precio del castillo rondó las 40.000 pesetas de la época. El último precio que se hizo público fue de medio millón de euros. Desde 2013, algunos inversores se interesaron por hacerse con el monumento que, sin embargo, continúa en estado de abandono, sin que todavía haya cambiado de manos.