Una empresa con responsabilidad social que presta servicios turísticos de calidad para hacer turismo cultural y de naturaleza
miércoles, 13 de agosto de 2014
Noticia IDEAL:Jaén, abierto en agosto
SI usted es de los 'héroes' que este fin de semana, segundo de agosto, se ha quedado por estos pagos disfrutando de lo mucho y bueno que ofrece la capital en estas fechas -dejando al margen el 'temilla' del calor- quizá lo haya observado. Ni el Tato. Puede aparcar sin problemas en el centro, le atienden de inmediato en todas partes, no tendrá ninguna dificultad para sentarse en cualquier terraza... soledad. Pero una cosa es lo que sucede en la urbe y otra bien distinta lo que ocurre en la inmensa mayoría de localidades, donde en algunos casos multiplican su población hasta por dos en esta primera quincena. Momento de reencuentros familiares, momento de vivencias y también momento para que los turistas saquen todo el jugo a una provincia que, según la última Encuesta de Coyuntura Turística, obtiene una calificación de notable para el viajero -lo que más se valora, el entorno natural y los paisajes, con un 8,3-.
Aunque los números relativos al sector turístico poco tienen que ver aún con los que se registraban antes de la crisis, lo cierto es que los principales indicadores muestran ya una evolución que invita al optimismo. Hasta los propios empresarios, siempre cautelosos a la hora de realizar estimaciones y aproximaciones, apuntan a que estos meses estivales se cerrarán con un incremento de la ocupación de en torno al cinco por ciento. Buena noticia para Jaén, ya que estamos hablando de una actividad que aporta renta neta al territorio, generando riqueza y, por tanto, puestos de trabajo. Si nos atenemos a las cifras de la anterior campaña estival, en el periodo comprendido entre junio y agosto se contabilizaron un total de 117.669 viajeros. Una cantidad realmente importante con un impacto económico aún mayor si tenemos en cuenta que el gasto por persona y día, 96,84 euros, es el más alto de toda la comunidad autónoma andaluza. La gran pena es que la estancia media, 2,1 días, también es la más corta de toda la región.
En total, multiplicando los tres factores, 23,9 millones de euros en movimiento durante estos tres meses que estamos analizando. Un porcentaje importante, en torno al cincuenta por ciento, se lo llevan las estancias hoteleras. Entre junio y agosto de 2013 se computaron, por ejemplo, 217.920.
Hay más turistas, pero sobre todo hay emigrantes que regresan a su pueblo, allí donde un día dejaron abuelos, tíos, amigos... Se calcula que de no haber sido por el azote de la emigración Jaén tendría ahora mismo más de dos millones de habitantes. Según un informe elaborado por la Dirección General de Andaluces en el Exterior, hace ya unos años, hay unos 300.000 hijos de Jaén residiendo en otros puntos de la geografía nacional o en el extranjero. Si estas generaciones que tuvieron que marcharse entre 1945 y 1975 se hubieran quedado, nuestro censo de población, que ronda las 650.000 almas, superaría los referidos dos millones. En Cataluña hay unos 150.000 jienenses y en Madrid, más de 90.000. Muchos de ellos se encuentran en estos días entre nosotros, divirtiéndose en las fiestas patronales, recorriendo aquellos rincones de la infancia, recuperando sensaciones vividas.
A continuación tienen cuatro ejemplos de ello: Úbeda y Cazorla, cuyos encantos patrimoniales y naturales atraen a propios y extraños; y la comarca del Condado y Andújar, receptores de esos emigrantes que, muy a su pesar, tuvieron que hacer las maletas en busca de mejor fortuna.
Úbeda
En este país nada ha hecho tanto daño al turismo en verano como el Tour de Francia. La erótica de las sobremesas de ciclismo inamovibles y en penumbra concluye con el temblor de los primeros días de agosto. Renace la capacidad de convocatoria hotelera, al menos en lugares como Úbeda, donde la colección de estribillos monumentales es irrebatible. ¡Quién dijo playa!
Situada en el centro geográfico de la provincia, esta especie de Florencia con recato funciona como una grieta desacostumbrada en el tiempo: un enclave renacentista que mantiene la figura, el gracejo, la tosquedad sentimental, la piedra, quiero decir. Úbeda es Patrimonio de la Humanidad, acumula una riqueza arquitectónica que ayuda a combatir el salitre, la arena de playa y los gritos de «niño, estate quieto que me tiras la tortilla de patatas». Así, la profusión bien acabada de palacios, plazas, iglesias y conventos.
A veces basta con probar. Una ruta básica por Úbeda promueve el hundimiento de los primeros escépticos. El itinerario parte de la Plaza Vázquez de Molina, una de las más hermosas de Europa y arropada por edificios como el Palacio de Juan Vázquez de Molina, construido en la mitad del siglo XVI por Vandelvira y cuyo interior se organiza en torno a un patio columnado. En los jardines centrales de la plaza encontramos el palacio del Deán Ortega, también de la misma época y constructor y que destaca por su estudiada simetría. Justo al lado se levanta la Sacra Capilla del Salvador, el templo más ambicioso de toda la arquitectura privada del XVI. Se trata del panteón que mandó construir Francisco de los Cobos, el más alto dignatario de la España Imperial. Su fachada es una de las más ricas del Renacimiento español. Finalmente, cierra la plaza la Colegiata de Santa María de los Reales Alcázares, la iglesia principal de la ciudad, resultado además de un proceso de construcción que abarca desde los siglos XII al XIX. Está claro que las antologías siempre son injustas. Toca profundizar.
Fundidas con el reclamo turístico, la ciudad alberga durante el mes de agosto una serie de actividades pensadas para sumergir al visitante en el mundo del esoterismo ubetense y mostrar con cierta plenitud uno de los monumentos más emblemáticos de la ciudad: el Palacio Vela de los Cobos. Así, distintas visitas guiadas, como es el caso de 'Fantasmas, brujas y demonios en la ciudad de Úbeda' o 'Úbeda de leyenda', organizadas por Semer Turismo y Cultura. Informa desde Úbeda, Javier Carro.
Cazorla
Lo cuentan sus calles y sus plazas, lo susurra su sierra, su agua, su río y su gente. Cazorla es la combinación perfecta, es naturaleza, cultura, historia, patrimonio, tradición y gastronomía, una ciudad que en agosto espera al viajero con los brazos abiertos para ofrecerle lo mejor.
Situada a las faldas de una montaña y a las puertas del Parque Natural de Cazorla, Segura y Las Villas cuenta con una gran oferta de naturaleza, que se complementa con actividades culturales de gran calado como BluesCazorla, con 20 años de historia, o FlamenCazorla, que está dando sus primeros pasos. Para cerrar boca, el ciclo de calle del Festival Internacional de Teatro poco después de finalizar el verano, que llena de magia e ilusión las principales plazas.
Las temperaturas agradables durante el día y el fresco de la noche hacen que Cazorla sea un hervidero de gente dispuesta a conocer la historia y leyenda que encierra el Castillo de la Yedra, declarado Bien de Interés Cultural; la majestuosidad de las Ruinas de Santa María; y el encanto de bóveda del Río Cerezuelo, que baña Cazorla, escribe desde Cazorla Laura Fernández.
El Condado
La comarca del Condado encuentra en los meses estivales un arma cargada de buenos propósitos capaz de combatir la monotonía de las calles expuestas al sol y a la vida rutinaria. Los emigrantes que a lo largo del verano regresan a sus orígenes le dan otra vida al pueblo, a esas tiendas en las que se pide la vez y todavía se pregunta por la salud, a los bares que sirven la cerveza con la compañía de la tapa, a la tertulia sin prisa en el paseo nocturno bajo una romántica luna en cuarto menguante.
Los que acuden a la comarca meridional de Sierra Morena procedentes de Madrid, Barcelona, Valencia y de otras muchas ciudades, regresar al pueblo significa el reencuentro con la familia, la tierra, la niñez, el pasado, la nostalgia. También supone un ahorro que tal como andan los tiempos volver al pueblo, a la vivienda propia, a la de los padres o abuelos, representa una carga económica más llevadera que reservar una vivienda rural o alquilar un apartamento en la playa.
El regreso estival masivo da origen a que algunos ayuntamientos de la zona programen en su ciclo festivo el Día del Emigrante. Navas de San Juan acaba de celebrar unas fiestas dedicadas exclusivamente a los que tuvieron que emigrar. No eran las oficiales, pero sí aquellas que a los naveros que viven lejos les permiten sentir los aires festivos en su regreso al pueblo. También Santisteban del Puerto, Castellar y Vilches cuentan con actos exclusivamente pensados para los que vienen de fuera.
Durante el verano los 8 municipios del Condado pasan de sus 25.000 habitantes habituales a 28.000 e incluso más. Entre ellos, Casti Hervás y Ángel Torres, matrimonio que deja Tarrasa, su localidad de residencia, para regresar a Vilches. Acompañados por sus hijos, Ángel y Miguel, ocupan su vivienda de la calle Pastores, en una zona estratégica del casco antiguo desde la que se contemplan soberbias vistas a la vega y al pantano del Guadalén. Para ellos recorrer 750 kilómetros, entrar por La Carolina y alcanzar la curva desde la que se divisa Vilches supone una emoción difícil de contener: «Es la tierra. Pisarla, pasear entre recuerdos, entre los silencios del olivo supone encontrar una paz diferente». Escribe José Antonio García-Márquez.
Andújar
El manto infinito y misericordioso de la Virgen de la Cabeza es un buen pretexto para acoger a los vecinos de Andújar, la comarca que la circunda, la provincia de Jaén y otros puntos de Andalucía que vienen en estos días a reencontrarse con sus raíces, su gente y esa Madre de tez morena que la llevan en lo más profundo de su corazón allá donde se encuentren. Los devotos aprovechan las calinas agosteñas y el sol bermejo y abrasador que se pierde por las enhiestas faldas de Sierra Morena para reencontrarse con su 'Morenita', en la fiesta religiosa de la Aparición, donde el furor abrileño cede el testigo a la solemnidad y recogimiento.
La cofradía de la Virgen de la Cabeza de Cataluña ejemplifica estas sensaciones. Está conformada por nativos de distintos puntos de la provincia de Jaén y de Córdoba y Andújar y el cerro sacral del Cabezo los acoge con los brazos abiertos a esos hijos que acuden ebrios de fe y añoranza a reencontrarse con su reina y señora. A lo largo del año, extiende la devoción por tierras catalanas.
La Plaza de Abastos de Andújar es el centro neurálgico de reencuentro con los emigrantes. Allí acuden a degustar una buena cerveza aderezada con suculentas tapas, un privilegio que no se pueden permitir en sus tierras adoptivas. Aprovechan la oportunidad para adquirir productos de calidad del terruño, como los chorizos, el aceite y los productos de la huerta, para llevárselos en el viaje de regreso. Fiestas comarcales como la de San Bonoso y San Maximiliano -que se celebra en Arjona en la tercera semana de agosto- son un buen pretexto para los emigrantes de la zona, que también suelen acudir por compromisos familiares, como las bodas. Informa José Carlos González.