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sábado, 11 de enero de 2014

Noticia IDEAL:La huella de Antonio Muñoz Molina marcada con placas de cerámica


Unas placas de homenaje que en principio fueron de cartón y que empiezan a sustituirse por otras de cerámica para que queden definitivamente. Ayer viernes, coincidiendo con la fecha del nacimiento del escritor y académico ubetense Antonio Muñoz Molina (10 de enero de 1956), comenzó a tomar cuerpo el proyecto planteado por diferentes entidades, colectivos y ciudadanos para que queden identificados los lugares relacionados con el último Premio Principe de Asturias de las Letras, tanto porque han sido importantes a lo largo de su vida como por quedar reflejados en su obra literaria.
La iniciativa tuvo una primera parte el pasado 25 de octubre. Mientras Antonio Muñoz Molina se encontraba en Oviedo recogiendo su Príncipe de Asturias, a 631 kilómetros de distancia en línea recta sus paisanos celebraban y compartían este importante reconocimiento con un sencillo homenaje que consistió en transformar simbólicamente Úbeda en Mágina, nombre con el que el autor retrató su ciudad natal en algunas de sus obras más conocidas.
De esta forma, se colocaron diferentes placas, de cartón y simulando las tradicionales de cerámica, en lugares a los que se les dio la denominación ficticia que tienen en Mágina. Así, por ejemplo, la plaza de Andalucía pasó a llamarse plaza del General Orduña, tal cual aparece en la obra de Muñoz Molina. Y también se identificaron el Bar Monterrey (una zapatería en los portalillos de la plaza), la Clínica del Doctor Mercurio (una librería infantil situada más abajo), la Comisaría de Policía en la que trabajaba el Subcomisario Florencio Pérez (antigua jefatura de la Policía Local también en la plaza), la sede del Periódico Singladura en el que escribía Lorencito Quesada, el Bar Martos, la Calle del Pozo... Lógicamente, en el escudo, donde debía poner Úbeda, figuraba Mágina.
Y además se colgaron otras placas similares en lugares que fueron significativos en la vida del escritor, como la casa donde nació (el número 56 de la avenida de la Constitución), donde pasó su infancia (en la plaza de San Lorenzo) o donde estudió (el instituto San Juan de la Cruz), reflejando estos hechos. Desde entonces y hasta hoy, algunas de estas placas han desaparecido por el viento o la lluvia, motivo por el que se ha pasado a la segunda parte de esta iniciativa, consistente en sustituirlas por azulejos de cerámica definitivos, realizados por los hermanos Paco y Alberto de Cerámica