La cultura ibera constituye una de las etapas más largas de la historia de Andalucía. No obstante, pese a sus numerosos vestigios, ha sido una gran desconocida e ignorada a conciencia, hasta el punto de que, en su día, se puso en duda el origen ibero de la Dama de Elche. Hoy, la cosa es bien distinta.
Sólo en las últimas décadas, a raíz de los numerosos hallazgos arqueológicos, en los que la provincia de Jaén ocupa un lugar de privilegio, y gracias a la labor de los investigadores, el mundo ibero ha empezado a arrojar luz sobre su auténtica esencia y a desvelar sus claves. Y, pese a ello, es más lo que se desconoce que lo que se sabe. Estas nuevas páginas de la historia se deben a yacimientos arqueológicos como los de Baza (Granada), o los jiennenses de Cerrillo Blanco, en Porcuna; El Pajarillo, en Huelma; Puente Tablas, en Jaén; Piquía, en Arjona; Cerro Maquiz, en Mengíbar, o Toya, en Quesada, entre otros enclaves.
El dossier se cierra con un artículo de la arquitecta Loreto Camacho Almansa, que da las claves del que será el Museo de Arte Ibero de Jaén, que se encuentra en construcción en el solar de la vieja prisión provincial.
El pueblo ibero lo formaba un conjunto de comunidades tribales que desarrollaron una cultura propia hasta que fue asimilado por el Imperio Romano, que cambió el nombre de Iberia por el de Hispania, e hizo de ella una provincia romana y la impregnó de “pax”, gloria, filosofía y derecho. No obstante, la presencia de los iberos supone una de las etapas más largas de la historia de Andalucía, y es una de las culturas que más huellas arqueológicas y organizativas ha dejado sobre el territorio andaluz.
La revista analiza el modo de vida, el urbanismo, la organización social y los elementos definitorios de aquellas comunidades principescas prerromanas.