Merecidamente, el asentamiento andalusí encabeza el catálogo de vestigios musulmanes de su época dentro de la Península Ibérica. Sin embargo, los trabajos que la Comunidad Autónoma murciana ha realizado en más de 20 años se limitan a pequeños parcheos realizados, en su mayoría, por estudiantes subvencionados por la Unión Europea.
Para observar el franco deterioro por el que atraviesan estas ruinas, basta con ascender hasta la ladera del cerro del castillo de La Atalaya de Cieza para hacerse eco de un aparente estado de abandono en su conservación. Derrumbes y matorrales crecidos ofrecen una imagen deplorable, que debiera ser subsanada con inmediatez por respeto a la joya del vasto legado histórico ciezano y cuyo pecado capital radica, al parecer, en que no se sitúe en otras latitudes regionales mejor miradas por la Administración.
Desde hace varios años, debido al lamentable estado de conservación de Siyâsa, las visitas se circunscriben sólo al tránsito por las calles e interior de la casa número 6 de las excavadas, y que es la mejor consolidada. Las visitas sólo se pueden realizar previa solicitud en la Oficina de Turismo o en el Museo de Siyâsa (del 1 de octubre al 30 de junio). Las solicitudes se hacen por grupos. Las personas individuales deben apuntarse en una lista en la Oficina de Turismo y cuando la misma forma un grupo de número suficiente se les avisa para realizar la visita, generalmente en sábado por la mañana.
La lluvia y el viento, implacables
El yacimiento sólo se ha excavado, en los últimos siete años, en espacios de calle cuyo suelo es de tierra y las paredes son de mampostería y no están finamente enlucidas. De esta manera se evita el deterioro de la exposición a los agentes meteorológicos de pavimentos o paredes de viviendas.
Las viviendas, excavadas entre 1982 y 1988, bajo la dirección de Julio Navarro, sufren continuos deterioros por las lluvias y el viento, así como puntualmente por las personas que se internan en la zona excavada del yacimiento a través de una valla deteriorada que permite el acceso fácil de visitas incontroladas.
El pisoteado de los muros (muchos de ellos de tierra) hace gran daño al yacimiento. Afortunadamente, la labor de concienciación ciudadana realizada durante las visitas guiadas ha puesto fin a los ataques vandálicos que no se han repetido en el yacimiento y que tumbó muros y registró grafitis en las paredes de las ruinas.
Se tiene previsto, en el proyecto presentado por el arquitecto Francisco Javier López al Consorcio de los Almadenes, cubrir dos de las viviendas para evitar el avance de su deterioro pero no tenemos noticias de cuándo darán comienzo las obras ni si se consolidará el resto de espacio.