El palacio, situado en el corazón del conjunto histórico jienense, destaca especialmente por los elementos originales de su fase mudéjar, ya que alarifes y artesanos moriscos dejaron su impronta en yeserías y alfarjes. Estos restos, que muestran la continuidad del arte hispano-musulmán en los territorios conquistados por los cristianos, se han conservado integrados pese a las numerosas transformaciones, fraccionamientos y abandonos experimentados por el edificio durante siglos.
Tras la conquista, la casa fue adquirida por Miguel Lucas de Iranzo, condestable del rey Enrique IV de Castilla, que la convirtió en 1462 en un suntuoso palacio mudéjar. Posteriormente, el edificio pasó a distintas manos hasta que en la segunda mitad del siglo XIX registra su primera gran transformación con la instalación de un teatro, varias viviendas y el popular Casino Primitivo. En 1984, la sociedad que gestionaba el casino lo donó al Ayuntamiento ante el estado ruinoso del edificio y la imposibilidad de su mantenimiento. El consistorio lo reformó para su adaptación a los actuales usos de biblioteca pública y oficinas municipales.
Las partes más interesantes del edificio corresponden a los restos del antiguo palacio. Entre ellos destacan el patio, con galerías de arcos sobre columnas toscanas, y el gran salón, cubierto por un alfarje mudéjar de cinco por 15 metros decorado con una estrella central de lazo de 24 puntas que alterna los tonos rojos y azules. La primera y segunda planta del edificio, correspondientes a las dependencias del Casino Primitivo, responden al gusto romántico del siglo XIX, con decoración de estucos de flores y guirnaldas especialmente evidentes en el antiguo salón de baile y actual biblioteca pública.