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domingo, 30 de agosto de 2015

Noticia IDEAL:De los romanos al siglo XXI: la historia de las carreteras contada por los hitos


Los hemos visto en muchas ocasiones pero pocas veces hemos reparado en ellos y, mucho menos, en su importancia histórica. Impasibles, observando pasar el tiempo y la gente, los hitos son espectadores silenciosos de la historia. Un hito kilométrico es una señal de tráfico que indica la distancia desde el inicio de la carretera, camino o vía férrea por la que se circula y el punto por el que se está. Ahora estamos acostumbrados a verlos de metal, incluyendo el nombre de la carretera, pero hasta hace un tiempo lo habitual eran los mojones, es decir, piedras, normalmente de granito, que indicaban la vía por la que se circula (caminos), la distancia a su inicio (vías férreas), o ambas cosas (carreteras).

Para evitar que estos restos caigan en el olvido y que acaben desapareciendo sin pena ni gloria, se ha creado en Jaén la Asociación Orden de la Caminería de La Cerradura, nacida hace tres años en torno a un proyecto ideado por el cronista oficial de la pedanía, Enrique Escobedo Molinos. Es una de las pocas asociaciones de este tipo que existen en España. Años antes, en 2010, esta idea se había plasmado en la creación del Centro de Interpretación de la Caminería, cuya dotación y sitio en que ubica lo hacen, sin duda, singular. Este museo caminero forma parte de una tradicional vía de comunicación abandonada que cruza el valle del río Guadalbullón, en La Cerradura, que es a la vez zona de descanso rodeada de vegetación y cursos de agua.

Este museo al aire libre cuenta ya con más de 40 hitos gracias a los 20 que acaban de conseguir recientemente. El camino para poder tenerlos en Jaén no es fácil ya que son propiedad de la Administración (general, regional y provincial) y es a base de reuniones y peticiones escritas como los consiguen.

Importancia histórica

No sólo se trata de los hitos sino de la historia que encierran, según explica el vicepresidente de la Orden, Juan Luis Moreno. «Estamos intentando hacer una recopilación de unos vestigios que creemos importantísimos», apunta. En los últimos tiempos se ha producido un gran salto porque «ya no se construyen carreteras, sino autovías», por lo que «hay orden de enviar los hitos al vertedero para no crear confusiones con los nuevos». Pero, según explica Moreno, «la consecuencia será que se pierdan». La labor de la Orden es recuperarlos para que no se olviden, divulgar su trabajo, investigar y también «obtener algún beneficio, si es posible, para La Cerradura a través del turismo». El vicepresidente de la Orden anima a los visitantes a acercarse al museo porque «todo el que viene, sale entusiasmado de lo que pueden contar estas reliquias del pasado».

Colaboración

En este objetivo es imprescindible la colaboración de las administraciones. «Con la Diputación no tenemos problema, nos suele ayudar mucho», dice. Pero con el Ministerio de Fomento ya es otro cantar. «Tenemos una relación de amor-odio», apunta Moreno. El Gobierno acaba de donarles diez hitos, aunque también pesa sobre la asociación una multa de dicho Ministerio por ocupar una zona no habilitada. «Actualmente estamos en trámites, porque Fomento nos dice que no tiene problema en ceder el terreno al Ayuntamiento, pero para eso hay que hacer un largo proceso legal», añade.

Épocas

Lo que más abunda porque se han conservado mejor en el tiempo en este tipo de marcas son los hitos conmemorativos. El museo posee de la época de los romanos, de la de Primo de Rivera y algunos más actuales. De la romana están los miliarios, señal con la que los romanos marcaban las distancias (entre una y otra había mil pasos). Además poseen lo que consideran que puede ser una cruz de término correspondiente a la Edad Media. Los últimos de los que disponen - los más modernos - son los que pertenecen al Plan Peña, de tres caras.

Al finalizar la Guerra Civil, accedió al cargo de ministro de Obras Públicas un ingeniero que aplicó criterios técnicos, cogiendo ese diseño para que pudiera verse por los dos lados de la carretera, diseñando además la numeración actual de las carreteras. A partir de este plan se pasó de piedra a metal, cuando comienzan a construirse las autovías. Según se ha sabido, antes del siglo XVI no se hacían de metal porque se robaban y las madera se podrían.

Los que se guardan en más abundancia son los de granito, mientras que el estado de los que se construyeron con arenisca es mucho peor debido al paso del tiempo.

Entre los hitos que atesora este particular museo se encuentra uno del siglo XVIII localizado en el Puerto Carretero con la inscripción 'plancha'. Tras diversas investigaciones, descubrieron que en aquella época, cuando un carro bajaba una pendiente de más del 8%, se colocaba una plancha en las ruedas del carro para ralentizar la bajada. «Es la actual señal de limitación de velocidad a 40», comenta Moreno.

También han hallado un leguario en la Carretera de Granada, que «se ha podido conservar en su lugar original gracias a nuestras peticiones», narra. Solo quedan dos en Jaén y muy pocos en España. Servían para medir las distancias antes de que se aprobara el sistema métrico actual, en 1835 (generalizándose en 1880). Es la distancia que anda un hombre en una hora. A partir de Isabel II comenzaron a usarse los kilómetros.