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martes, 13 de septiembre de 2011

Los guardianes de la artesanía reciben su gran recompensa


Mantienen encendida la llama de la artesanía en sus diferentes variantes como profesionales que, con su creatividad y empeño de mantener esa luz, se han convertido en maestros destacables de la cultura que distingue a un pueblo. Con un mínimo de 15 años de trabajo la Junta los reconoce con la' Carta de Maestro'.

La elegancia de un juego de jarrones nacidos del barro, el señorío y la majestuosidad arábiga de un techo cubierto por un artesonado mudéjar, la sensualidad que puede inspirar una guitarra o la vistosidad y positivismo que irradia una colorida vidriera son algunas de las maravillas que realizan los diez nuevos maestros artesanos andaluces distinguidos con la prestigiosa "Carta de Maestro". No viven ajenos a las nuevas tecnologías dominadas por internet, pero su punto de arranque se encuentra en algo más básico, más de la matriz. Las manos, ayudadas por apéndices-instrumentos, son las principales creadoras de sus "joyas", y su constancia y empeño en la pervivencia de sus oficios (que se ven obligados a competir con la gigante ola de los adelantos y de las producciones orientales en cadena) se transforman en las varitas mágicas que los mantienen en alza con el vínculo medieval maestro-aprendiz.

Y es que lo "hecho a mano" y en casa suma puntos cuando se trata de calidad, por eso, estos maestros guardan con celo sus tradiciones y las defienden a capa y espada. En este sentido, no solo recuperan oficios que, pudieron quedar en el olvido como las balanzas romanas del onubense Antonio José López o las vidrieras árabes de la malagueña Montserrat Puñet. Estos artesanos consiguen con sus obras realzar y elevar los oficios a una categoría más, a un "alta costura", a un producto "gourmet". Y los dotan de la máxima calidad.

Si la recuperación y la salvaguarda de sus oficios es una de sus máximas, estos profesionales contribuyen a la pervivencia de otras actividades, tales como la música en el caso del luthier malagueño José Ángel Chacón o la equitación en el oficio del onubense Manuel Domínguez. Y es que a pesar de que la creación artística esté sujeta a la novedad, nunca hay que perder de vista la raíz.