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domingo, 25 de marzo de 2012

La Semana Santa de Úbeda atesora la sobriedad castellana y el barroquismo andaluz inspirado en la imaginería del siglo XVII


Declarada de Interés Turístico en 1980, la Procesión General del Viernes Santo guarda el orden cronológico de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.

La Semana Santa de Úbeda, declarada de Interés Turístico en 1980, presenta una serie de particularidades que la convierten en una celebración única dentro de los actos pasionales del conjunto del país, transformando la ciudad en un auténtico Vía Crucis plástico en el que se mezclan la sobriedad castellana y un contenido barroquismo andaluz.

Los desfiles procesionales de las cofradías, algunas de las cuales se remontan a los siglos XVI y XVII, revisten una incomparable solemnidad y brillantez. Tallas de los mejores imagineros del siglo XX (Mariano Benlliure, Francisco Palma Burgos, Jacinto Higueras), acompañadas de multitud de hermanos cofrades en las estaciones de penitencia, marchas de tambores y cornetas, así como el engalanado de balcones y ventanas que hacen de la ciudad un bello escenario de una representación artística.

Entre los momentos más emotivos, de los muchos que podemos encontrar en la Semana Santa ubetense, destacan la salida al amanecer del Viernes Santo de Jesús Nazareno, famosa por la interpretación del ‘Miserere’ en medio de un imponente silencio, la subida a hombros por la Cuesta de La Merced de la Virgen de la Soledad y la Procesión General, una impresionante representación cronológica de la Pasión en la que participan veinte tronos y cerca de 3.000 penitentes.
Patrimonio de las cofradías

Los tronos ubetenses presentan particularidades notables, que se deben sobre todo a la impronta de Francisco Palma Burgos. Así, todos ellos mezclan un barroquismo contenido de ascendencia malagueña con la sobriedad que supone el que la mayoría de ellos son procesionados sobre ruedas, redundando en la nota de seriedad que caracteriza a las procesiones ubetenses.

De los tronos de las cofradías, cabe destacar por sus especiales características el del Señor del Borriquillo, los de la cofradía de la Oración del Huerto, el del Señor de la Columna, el de Jesús Nazareno, los de la cofradía del Cristo de la Caída (de plata meneses) y el del Cristo de la Expiración. Las imágenes de la Semana Santa ubetense se caracterizan también por la ausencia de rasgos excesivamente barrocos. Más bien, muestran una sobriedad clasicista, inspirada en los cánones de la mejor imaginería andaluza del siglo XVII.

Otro importante componente del patrimonio de las cofradías ubetenses lo conforma el aspecto musical. La Semana Santa de Úbeda es una de las pocas de España en la que cada cofradía cuenta con una marcha propia para sus titulares. Esto hace que las cofradías ubetenses cuenten, en conjunto, con casi cuarenta piezas musicales propias diferenciadas entre marchas fúnebres y marchas religiosas.

La mayor parte de estas obras destacan por su calidad musical y la especial sensibilidad que levantan entre los ubetenses las marchas ‘Virgen de Gracia’, de Herrera Moya; ‘Desconsuelo’, de la Cofradía de La Columna, obra de Franco Ribate; ‘El Presidente ha muerto’, de la Cofradía de La Humildad, obra de Victoriano García; y el popular ‘Miserere’, de la Cofradía de Jesús Nazareno, compuesto en 1873 por Victoriano García.

La Procesión GeneralEl orden cronológico de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo, despliega un espectáculo plástico de cualidades únicas, en el que se mezclan, en una conjunción perfecta, la sobriedad castellana y un contenido barroquismo andaluz, y que culmina, de forma extraordinaria, en la Procesión General del Viernes Santo.

En ella, todas las cofradías que guardan el orden cronológico acompañan en su procesión a la Cofradía del Santo Entierro de Cristo y Santo Sepulcro. Así, participan en la Procesión General once cofradías, tres mil penitentes, veinte tronos que portan cuarenta y seis imágenes, nueve bandas de tambores y trompetas, la Agrupación Musical Ubetense y decenas de insignias de las cofradías.

Una vez finalizada la Procesión General en la Plaza de Andalucía, cada cofradía marcha a su respectivo templo. La Virgen de la Soledad se despide del Cristo de la Expiración, elevado sobre la lonja de La Trinidad y, posteriormente, junto a la Cruz de Hierro, justo antes de entrar en su barrio, se despide del Santo Sepulcro.
Las cofradías ubetenses atesoran un rico patrimonio artístico que, en gran parte, procede del resurgir de la posguerra. Es muy poco lo que pudo salvarse en 1936 (trono de plata del Santo Sepulcro, una imagen de San Juan que actualmente se encuentra en Jaén y algunos enseres). Destacan el Pendón de Jesús Nazareno, copia de uno del siglo XVIII que aún conserva la cofradía, la campanilla de 1798 de Jesús Nazareno, una media luna de la Virgen de la Soledad de finales del siglo XVIII y banderines de cola, mantos sevillanos, así como coronas y túnicas de varias imágenes.