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jueves, 1 de enero de 2015

Noticia IDEAL:700 kilómetros a pie en compañía de su burro Jorge


El año en el que se cumple el primer centenario de la publicación de 'Platero y yo', la inmortal obra de Juan Ramón Jiménez, una danesa de 37 años, María Riis Jensen, retoma la afición romántica de viajar a pie con la compañía de un burro y atraviesa de este a oeste las tierras del Condado tras partir de Albacete y tener como punto de mira el Algarve portugués.

María, alta y delegada, pelo castaño claro, mirada franca, sonrisa luminosa, aventurera de aire fresco que su aparente fragilidad se traduce en fortaleza inexpugnable, comenta en castellano pulido a golpes de viajes por América del Sur: «Vamos muy lentos, porque mi burro Jorge no anda rápido. Aunque parece llevar peso, su carga es ligera, algo de paja y grano para su alimentación, mi comida y ropa. El resto lo llevo a mi espalda en este macuto».

Trabajadora del Den Fynske Landsby, o Museo de las Tradiciones de Odense en el que el pueblo entero recrea la forma de vida del siglo XIX, nuestra bohemia aventurera aprovecha los 5 meses de frío y nieve en los que el museo al aire libre permanece cerrado para lanzarse a viajar por el mundo: «He transitado por países de todos los continentes, pero en España nunca había estado. Primero llegamos a Barcelona mi madre y yo como turistas. Después ella regresó a Dinamarca y yo empecé a buscar un burro, pero en Cataluña no encontré ninguno. Fui a Valencia, di con uno que luego no me sirvió porque para cruzar fronteras entre regiones exigen papeles, tramitarlos lleva 40 días. Acudí a Albacete y me encontré que Jorge lo tenía todo resuelto. Antes de partir estuvimos 11 días en una yeguada en la carretera Albacete-Jaén conociéndonos, durmiendo en la paja, aprendiendo a llevar los arreos, adquiriendo destrezas para cambiar las cinchas de repuesto».

Con Jorge, el pequeño jumento oscuro, de pelo abundante, mirada benévola, campanilla sonora al cuello, que parece sacado de un cuento del escritor y poeta oaxaqueño Hans Christian Andersen, María mira de soslayo su Gps y cruza la dulce soledad de caminos pedregosos: «Llevamos 16 días de caminata. Hacemos una media de 15 kilómetros diarios con un par de días de descanso a la semana. Cuando al cabo de dos meses entremos en el Algarve portugués habremos recorrido unos 700 kilómetros».

Aunque las emociones de cada jornada las lleva a un diario íntimo, a María no le mueve recuperar el espíritu de escritores viajeros, ese que establece una conexión entre Hemingway y Pérez-Reverte, pasando por Capote o Paul Bowles: «Voy por la Vía Heráclea, por el Camino de Aníbal, porque el itinerario me lo marcó un cartógrafo amigo de Albacete, solo por eso. En realidad la única pretensión es dejarme sorprender por estos mares de olivos, disfrutar del sol, la naturaleza, la gente, la vida».

En su viaje la joven escandinava, que cuenta con la colaboración del Fondo de Patrimonio Nacional y Europeo y de Eugenio Roldán, autor de buena parte de la cartografía integral de Albacete, y con una sólida documentación de cañadas y vías pecuarias de la trashumancia, se siente agradecida por el calor y la cercanía con la que la trata la gente: «Cuando viajas sola hay más necesidad de contactar con las personas. Todos me preguntan si necesito algo porque al ser mujer piensan que soy frágil. Normalmente duermo en tienda de campaña, pero también, lo he hecho en la Casa de las Monjas de Santa Ana (Albacete), en la antigua estación de la línea Baeza-Utiel en el término municipal de Balazote (Albacete) o también como ayer mismo en Navas de San Juan en una cochera, porque me ofrecieron casa y habitación pero no quería separarme de mi burro».

Un chaleco de regalo

En el Condado hay quien le ha regalado un chaleco de alta visibilidad para distinguir al asno en carretera o los que la han obsequiado con pericones y polvorones navideños. No falta quien ha llegado más lejos, como un empresario que le proporciona el pienso del animal, que María va recogiendo por los ayuntamientos por los que pasa. Además, durante el tramo de 53 kilómetros que debe hacer por Sierra Morena, donde no hay núcleos habitados y es habitual la presencia de lobos, pasan a recogerla para llevarla a la localidad más próxima y los responsables de los consistorios de estas zonas se encargan de protegerla de los riesgos que ocasionan las monterías programadas para estas fechas.

Y mientras transita con el trote cansino de Jorge y su insultante alegría en la mirada, María sueña y teme a la vez con el momento de su llegada al Algarve, concretamente a la zona de Faro, para reunirse con una amiga: «Será a mediados de febrero. Se me hará duro separarme de mi fiel compañero de viaje La idea es dejar a Jorge con alguien en esta zona de Portugal. No tendrá problemas porque noto que se está haciendo famoso». Mientras el momento llega María sigue haciendo camino, su tránsito lo prolonga ahora por tierras de Vilches, La Carolina y Baños de la Encina. Después los senderos la conducirán hacia Córdoba y Sevilla para desembocar finalmente en Portugal.