El descubrimiento del sarcófago en Mondragón (Vizcaya) con los restos del supuesto prelado palentino se produjo durante las obras de rehabilitación integral del templo parroquial desarrolladas entre 1994 y 1998.
Las obras de rehabilitación de la iglesia parroquial concluidas en 1998 sacaron a la luz incontables enterramientos bajo el suelo del templo. No en vano desde la Edad Media hasta prácticamente el siglo XVIII -los enterramiento en Aldai comenzaron en 1809- los feligreses eran inhumados en el templo parroquial. Era habitual que cada familia, al menos las más prominentes, poseyeran un espacio para las sepulturas de sus miembros. Entre estas destacan la de Inés Ruiz de Otalora, fallecida en Valladolid en 1607, y cuyos restos momificados han pasado a la posteridad con el apelativo de Amandre Santa Inés.
Pero ninguna sepultura resultaría tan desconcertante y misteriosa como la atribuida a un supuesto Obispo de Palencia. El sarcófago con los restos del prelado afloró bajo la torre del campanario, un sitio «muy extraño», en palabras de José Ángel Barrutiabengoa. Resulta cuando menos insólito que un eclesiástico de su jerarquía fuera inhumado fuera del templo, bajo una torre que además fue edificada con posterioridad. Porque si bien la iglesia de tres naves que conocemos data en buena parte de la segunda mitad del siglo XV, reconstruida tras el incendio de 1448, la torre fue edificada entre 1520 y 1540 pero, al amenazar ésta ruina, en 1721 se construyó la actual edificación de 25,5 metros de altura.
¿Qué hace un Obispo de Palencia enterrado bajo la torre de la parroquia?. Esta interrogante tiene muy difícil contestación, según Barrutiabengoa. En primer lugar porque «la iglesia parroquial de San Juan Bautista pertenecía al obispado de Calahorra y no al de Palencia». Y en segundo lugar porque «no existe constancia de que ningún hijo de Mondragón hubiera alcanzado la dignidad de Obispo de Palencia».
Con mitra y báculo
El descubrimiento del sarcófago con los restos del supuesto prelado palentino se produjo durante las obras de rehabilitación integral del templo parroquial desarrolladas entre 1994 y 1998. El hallazgo tuvo lugar durante una excavación efectuada bajo el campanario, cuando uno obreros se toparon con un sarcófago de piedra. Tras retirar la lápida que cubría el sepulcro encontraron un esqueleto vestido con ropajes episcopales, anillo, mitra y báculo incluidos. Pero ante el temor de que el hallazgo arqueológico obligara a paralizar la obra, el encargado de la misma mandó cerrar el sarcófago y volver a echar tierra sobre el mismo, tanto en sentido literal como figurado.
Para entonces, un jubilado de los que acostumbran a observar la obras había presenciado la apertura del sarcófago. A su testimonio se debe que el hallazgo de este sarcófago episcopal no haya pasado totalmente desapercibido. Responsables municipales y eclesiástico, así como investigadores de la historia local, conocían las circunstancias de este asombroso descubrimiento del que nada ha trascendido durante más de 10 años.
Ahora, por mediación de José Ángel Barrutiabengoa, la Sociedad de Ciencias Aranzadi podría arrojar luz sobre este misterio. La sociedad que preside Francisco Etxeberria presentará un proyecto de excavación a la Diputación Foral solicitando el levantamiento de la zona de Kanpantorpea. Otra interrogante que ronda a los investigadores como Barrutiabengoa es si «este enterramiento tendrá algo que ver con el obispo de Calahorra asesinado por bandoleros cuando venía de Bizkaia y cuya muerte recuerda la piedra episcopal de Ipizte en Aramaio.