Era la amada del Condestable Iranzo; mora bellísima de ojos rasgados y verdes que vivía en los aposentos expresamente dispuestos para ella por D. Lucas en el castillo. Muchos nobles, envidiosos de la aventura amorosa que disfrutaban el paladín y su amada o, quizás recelosos por el trato tan favorable que daba a moros, gitanos y judíos, aprovecharon que Iranzo salió de Jaén por asuntos de guerra, para entrar en la habitación de Jasmina. Allí y, aunque estaba embarazada, la violaron y después la quemaron viva. Desde entonces, no es raro contemplar en los atardeceres solitarios y silenciosos, el llanto de una bella princesa mora por las almenas de la fortaleza, esperando a su amado. Tal visión fue contemplada por el guarda del castillo, allá por 1960, cuando se estaban ejecutando las obras del Parador; concretamente, por la antigua entrada de éste (escaleras de la cafetería). En alguna ocasión, al tomar una fotografía al cuadro del Condestable que hoy se expone en el salón de armas del Parador, ésta ha salido velada. No se sabe muy bien si los sollozos que se escuchan y las visiones que se han constatado en el castillo, son por este episodio, por el de la mora del palacio de los Reyes (Convento de Santa Catalina), o por la mora suicidada por amor en Caño Quebrado. Por cierto, ¿sabíais que el hornazo de Semana Santa ya se tomaba en tiempo del Condestable en el día de la Pascua de Resurrección? ¿No? Pues ya lo sabéis.
Leyendas de Jaén y otras historias. De Matías D. Ráez Ruíz
Leyendas de Jaén y otras historias. De Matías D. Ráez Ruíz